lunes, 12 de octubre de 2009

Un mundo feliz

Hace ahora 70 años que Aldous Huxley publicó Un mundo feliz, obra en la que daba su particular visión sobre una Gran Bretaña en la que los niños se fabricarían en serie y la sociedad se vería totalmente dominada por el uso masivo las drogas y la promiscuidad sexual. La historia, el arte y la literatura han dejado de existir en ese mundo, dando lugar a la aparición de la música sintética y la televisión basura. La ciencia ha triunfado sobre la espiritualidad, de tal manera que los seres humanos son fabricados en laboratorios y el deterioro físico puede detenerse artificialmente.

En este mundo, que Huxley sitúa en un lugar imaginario llamado Utopía, el cual, en realidad, no era otra cosa que un infierno totalitario, los gobernantes utilizan la manipulación genética como medio para alcanzar sus fines. La suya es una sociedad superficialmente feliz, en la que los ciudadanos están condicionados por los genes, el lavado de cerebro y las drogas.

La familia, como institución, ha sido abolida .En su ausencia, los bebés vienen al mundo sin tener que pasar por el vientre de su madre. Nacen por medio de un sistema de reproducción en serie, controlado por el Gobierno. En los laboratorios estatales los embriones son cuidadosamente seleccionados para que todos los niños que nazcan encajen perfectamente en cada una de las cinco clases sociales existentes. A los individuos Alfa, el nivel más alto, se les dota de genes perfectos, mientras que los de la clase Epsilon reciben menos oxígeno del debido con el propósito de obtener personas semi idiotas. Su fin, asegurar la estabilidad social.

¿Hasta que punto se han cumplido todas aquellas predicciones, a la vista de la cantidad de noticias que se están produciendo sobre los niños de diseño? La tenebrosa visión que Huxley tenía de la ingeniería genética parece que se está haciendo realidad. Durante la última década nos hemos acostumbrado a oír hablar de niños probeta y a ideas como la clonación y la manipulación de embriones. En EEUU los padres con medios económicos pagan 3.000 euros por escoger el sexo de su hijo. Y es muy probable que pronto se pueda elegir el color de su pelo, su altura e incluso algunos rasgos de su personalidad.

En el libro de Huxley, todas las mujeres son consideradas como seres neumáticos personas que vivían permanentemente obsesionadas por el cuidado de su cuerpo y que recurrían a modernos fármacos para retrasar su envejecimiento, como lo hacen hoy día.

También es una sociedad completamente entregada a las drogas para poder manipular las emociones. La que prescribía el propio Estado a sus ciudadanos se llamaba Soma, un seguro contra todo tipo de desequilibrios psicológicos e intentos de difusión de ideas subversivas. Existen ya cientos de píldoras, previamente aprobadas por las autoridades sanitarias, que nada tienen que envidiar a los medicamentos utilizados en Un mundo feliz. Como el prozac, un antidepresivo que a pesar de tener efectos nocivos sobre la salud, consumen más de 40 millones de personas en todo el planeta. O el retalin, recomendado por los médicos para combatir lo que éstos llaman Desorden Deficitario de la Atención, un síndrome relacionado con el bajo rendimiento de la gente joven.

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